La Liga Extraordinaria
Más que un filme, una bibliografía. Los arquetipos literarios más intensos se reúnen aquí para encender la atención del espectador: el capitán Nemo, el hombre invisible, Allan Quatermain, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Mina Harker, Tom Sawyer incluso, y Dorian Gray. Inspirado en un cómic de Alan Moore y Kevin O´Neil, el filme genera una pretensión excitante: Batman, Hulk y el resto de seres multicolores que pueblan los quioscos y las habitaciones de adolescentes imprecisos, están en realidad por debajo de los héroes que la literatura decimonónica nos legó, y son apenas meros derivados, hijos humildes de ésta.
Me agradó lo suficiente la película, y me retiró el sentimiento amargo que otras películas me habían dejado (Lara Croft, horror). La Liga Extraordinaria (en inglés The league of extraordinary gentleman, más bonito) es un homenaje entero y solícito al acto de imaginar.
Cada uno de los personajes de la película es de sí una profunda y venerable composición, indiscutible legado producto de la especulación y la fantasía, pero no fantasía en el sentido irresponsable de la palabra, sino fantasía en términos de conocimiento de la psicología humana y sus bifurcaciones éticas. Cada uno de estos héroes o antihéroes son individualmente ricos, inagotables, un despiadado ataque y suficiente al hastío del vivir.
Lo importante, insisto, es entender que estos personajes no nos apartan de la realidad, o lo hacen solamente para acercarnos luego más a ella; dicho de otro modo, son herramientas de explicación personal. Nos alejan, eso sí, de la cotidianidad, de lo mecánico, en pos de una cultura de la imaginación. Talvez la imaginación está en directa desavenencia con los propósitos cavernosos del mal, y el que imagina se está alejando automáticamente de sus propios demonios.
(Columna publicada el 25 de octubre de 2003.)
Me agradó lo suficiente la película, y me retiró el sentimiento amargo que otras películas me habían dejado (Lara Croft, horror). La Liga Extraordinaria (en inglés The league of extraordinary gentleman, más bonito) es un homenaje entero y solícito al acto de imaginar.
Cada uno de los personajes de la película es de sí una profunda y venerable composición, indiscutible legado producto de la especulación y la fantasía, pero no fantasía en el sentido irresponsable de la palabra, sino fantasía en términos de conocimiento de la psicología humana y sus bifurcaciones éticas. Cada uno de estos héroes o antihéroes son individualmente ricos, inagotables, un despiadado ataque y suficiente al hastío del vivir.
Lo importante, insisto, es entender que estos personajes no nos apartan de la realidad, o lo hacen solamente para acercarnos luego más a ella; dicho de otro modo, son herramientas de explicación personal. Nos alejan, eso sí, de la cotidianidad, de lo mecánico, en pos de una cultura de la imaginación. Talvez la imaginación está en directa desavenencia con los propósitos cavernosos del mal, y el que imagina se está alejando automáticamente de sus propios demonios.
(Columna publicada el 25 de octubre de 2003.)
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