Ensamblando guiones

Aunque no soy escritor de guiones, he estado últimamente pensando en una historia que me gustaría mucho llevar a la pantalla. Se trata de un corto (modestia, por ahora) y empecé a redactar el asunto hace unas semanas. No tengo todo el tiempo del mundo para consagrarle a este ejercicio, pero lo poco que he hecho me lo he gozado tremendamente.

Y esto quiero decir: la escritura de guiones es también un género apetecible para los escritores. Como no hay en verdad cine en Guatemala (apenas lo poco, lo miserablemente insuficiente que se ha visto, unas cuántas películas, unos cuántos cortos, muchos documentales, en su mayoría olvidados, por olvidables) entonces no hay escritores de cine.

Pero hay escritores a secas. Algunos por demás empedernidos, respetables cinéfilos. ¿Por qué no invitar, engatusar, a estos escritores, invitarlos, sí, a dedicar más tiempo a la redacción de relatos, fantasías, imaginaciones, pero ahora orientados al cine, si posible inteligente?

El año pasado, Casa Comal me hizo la propuesta de irme a Cuba a recibir un taller extenso de redacción de guiones. Por razones privadas, no pude cumplir con el plan, pero me pareció y me sigue pareciendo una idea intensa.

Un guión no es literatura, puse por escrito en una columna pasada, y eso puede resultar contradictorio con lo que digo en este artículo. Pero no hay tal contradicción: simplemente, un guión no es algo que se hace por razones literarias (error funesto de algunos guiones) sino por razones cinematográficas. No es por ello que el escritor dejará de sentir placer (por qué no decirlo, literario) al escribirlo.

Las relaciones entre literatura y cinematografía constituyen un tema profundo, profundo como la guerra o el sexo. Tanto literatura como cinematografía son lenguajes que han modificado nuestra percepción de la realidad, vamos, que han modificado nuestra realidad directamente, y yo no sé ustedes, pero muchos de los momentos más sagrados que he tenido en vida se los debo a la colaboración única que a veces ocurre cuando un escritor y un director se encuentran.


(Columna publicada el 24 de abril de 2004.)

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Como periodista, trabaja actualmente para los diarios locales El Siglo XXI y El Periódico, en donde desde el 2002 escribe una columna semanal (Buscando a Syd), y donde también trabajó durante varios años en la sección cultural. Asimismo mantuvo columnas permanentes de opinión de cine y literatura en los diarios El Quetzalteco y La República, y ha colaborado en diversas revistas, fanzines y publicaciones del medio.
 
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