La maldición de la perla negra

Los piratas fosforecen en la niebla de nuestra imaginación. Todos leímos la historia de Stevenson y nos marcó de una manera tan severa, tan microscópica…. El pirata es un arquetipo y no nos abandona.

En La maldición de la perla negra hay piratas para largo, son ásperos y las espadas van hilando una trama que dura, según parece, dos horas y media. Para no aburrirnos, nos han puesto en pantalla al siempre apreciable Geoffrey Rush, a Johnny Depp, quien supera en más o menos todo, en magnetismo personal por ejemplo, a Orlando Bloom (el elfo Legolas en El Señor de los Anillos). No es que Bloom desmerezca: es que Depp ya sabe a donde va la bola.

La trama de este filme ha sido deducida de un parque temático (Disney), lo cual me parece digno de consideración. Ya lo explicará mejor uno de esos filosofastros de sociología pop, yo resaltaré solamente cómo las maneras culturales se buscan y se obedecen, dándonos una falsa noción de unidad y –aquí es propicia la expresión– de tierra firme. También resaltaré, aunque no hace falta, cómo los parques temáticos influyen a estas alturas tanto en nuestra y en la realidad. Un parque temático es un espacio urbano y psicosocial poderoso, porque no pretende otra cosa sino la evasión. Es absurdo pelearte con tu mujer en un parque temático; sucede, pero es absurdo. Te sentirás dos veces mal si lo haces, por profanar la fantasía con tu miserable y mal pagado instinto de realidad.

El pillaje es una ruta de empoderamiento, la falta de escrúpulos. El pirata, como ya digo, es un arquetipo. Todos tenemos lo nuestro de estraperlistas y de roncos estafadores, aunque por lo general perdimos la gracia de los diez y ocho; ya sólo sabemos navegar bien en las aguas del control remoto. Por lo cual se aprecia cuando te ponen a un pirata con rasgos bellos, porque te subliman y enaltecen el paradigma. A Depp lo he admirado desde que salía en 21 Jumpstreet, largo tiempo de fascinación y de sentirme sistemáticamente inferior a él. No es sólo falta de autoestima (también lo es) sino que el tipo es un actor de a de veras, siempre él y siempre otro: Ed Wood, Fear and Loathing in Las Vegas, From Hell, o Dead Man, de Jim Jarmush, dan cuenta de ello.


(Columna publicada el 6 de septiembre de 2003.)

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Como periodista, trabaja actualmente para los diarios locales El Siglo XXI y El Periódico, en donde desde el 2002 escribe una columna semanal (Buscando a Syd), y donde también trabajó durante varios años en la sección cultural. Asimismo mantuvo columnas permanentes de opinión de cine y literatura en los diarios El Quetzalteco y La República, y ha colaborado en diversas revistas, fanzines y publicaciones del medio.
 
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