Taxi para tres


El cotidiano latinoamericano está en capacidad de estremecer a cualquier creador, artista, director de cine: un anecdotario inabarcable, extensísimo, historias singulares por doquier como hongos en invierno. Si muchas veces resultamos con un cine pobre es que nos atenemos a los arquetipos, a lo consabido, al lugar común. Latinoamérica es todo y junto. Es irreductible. No cabe en una agencia de viajes.

Por supuesto hay temas que van a repetirse, por ejemplo la corrupción. Pero, en verdad, ¿no hay mil maneras de abordar el tema de la corrupción, mil extravagantes, o lúdicas, o estentóreas maneras de pintar a un corrupto?

Lo mismo la pobreza. En Taxi para tres el director Orlando Lübbert nos entrega hecho cine un guión sin dolorida solemnidad, más bien muy divertido. El tópico aquí sigue siendo la pobreza, la pobre pobreza de los pobres, pero visto a través del cristal radical del humor. Con todo, la película traspasa la mera carcajada, el esperpento sin dirección, se convierte en el vehículo –el taxi, acaso– de un señalamiento y una invectiva.

La trama sigue siendo ésta: dos asaltantes –por demás, dos logrados personajes– obligan a un taxista a ser cómplice de un atraco. El asunto es que el taxista decide continuar esta relación de delincuencia y así van cometiendo los tres robos por la ciudad. Incluso terminan viviendo juntos en la casa del taxista. En el proceso, éste se convierte en un miserable.

Mientras el espectador se va encariñando más y más con los ladrones originales, en cambio se da cuenta que el taxista es el sucio verdadero y el auténtico indecente, y cuya escasa moral de hecho desemboca en el crimen más rastrero. ¿Quién entonces es la víctima, quién el victimario? En el ajedrez del dinero la última casilla es un juicio enfermo. Al final del filme, toda la doble moral del taxista se desovilla como una serpiente sin escrúpulos, sin ansiedad, sin una gota de remordimiento.

Los actores de este filme chileno son Fernando Gómez–Rovira, Alejandro Trejo, Daniel Muñoz, Elsa Pobrete, Cristián Quezada.

Taxi para tres se une a otros esfuerzos filmográficos latinoamericanos, tales como Amores perros, en México, o Ratas, ratones y rateros, ecuatoriana.


(Columna publicada el 3 de abril de 2004.)

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Como periodista, trabaja actualmente para los diarios locales El Siglo XXI y El Periódico, en donde desde el 2002 escribe una columna semanal (Buscando a Syd), y donde también trabajó durante varios años en la sección cultural. Asimismo mantuvo columnas permanentes de opinión de cine y literatura en los diarios El Quetzalteco y La República, y ha colaborado en diversas revistas, fanzines y publicaciones del medio.
 
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