La Pasión
Timing perfecto, escándalo pre y post, publicidad sin límites, y un público cautivo formidable (toda la feligresía cristiana, tanto católica como evangélica, y la judía, que hizo presencia por oposición). No es de extrañar que la producción de Mel Gibson haya tenido el éxito que tuvo, aquí y en el mundo.
Para muchos cristianos, la pelicula de Mel Gibson supuso un gran momento de intimidad con su divinidad. Todo el dolor de Cristo, toda su sangre.
Otros se quejaron por tanto escarmiento.
Ya Gibson nos había presentado una escena bastante fuerte de tortura en Braveheart, cuando están eviscerando al insurrecto escocés William Wallace. A mí esa escena siempre me pareció deshonesta y de lo más cómica, por imposible. Discúlpenme, pero nadie grita por la libertad de esa manera cuando le están revolviendo así las tripas. Tal indulgencia romántica, fantástica, sentimental es un insulto al arte.
En La Pasión, un momento equivalente podría ser cuando Cristo dice eso de “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen…”, pero en este caso Mel Gibson tiene un poderoso salvoconducto: la película es una adaptación y está basada en un libro cuyo mito mucha gente comparte…
A mí siempre me ha gustado el gore, por lo cuál me he gozado el filme muchísimo. Me parece por demás simpático que sea el teniente Riggs quien nos regale esta amalgama sanguinolenta y despectiva. Los caminos del Señor son inescrutables, son simpáticos.
Por demás, no creo que el dolor de Jesucristo sea superior al de otros hombres, otros hombres han recibido a lo largo de la historia castigos de semejante envergadura, han sido torturados de igual o peor manera, también lo hicieron muriendo por la humanidad. Guatemala solamente ha dado tantos mártires… Pero claro: la historia de Cristo es arquetípica, y la conocen todos. En lo personal, la respeto, aunque no soy cristiano. La Pasión, de Mel Gibson, es una contribución enérgica a la biografía cinematográfica de Cristo, como lo es, aunque de carácter herético, La última tentación…
(Columna publicada el 17 de abril de 2004.)
Para muchos cristianos, la pelicula de Mel Gibson supuso un gran momento de intimidad con su divinidad. Todo el dolor de Cristo, toda su sangre.
Otros se quejaron por tanto escarmiento.
Ya Gibson nos había presentado una escena bastante fuerte de tortura en Braveheart, cuando están eviscerando al insurrecto escocés William Wallace. A mí esa escena siempre me pareció deshonesta y de lo más cómica, por imposible. Discúlpenme, pero nadie grita por la libertad de esa manera cuando le están revolviendo así las tripas. Tal indulgencia romántica, fantástica, sentimental es un insulto al arte.
En La Pasión, un momento equivalente podría ser cuando Cristo dice eso de “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen…”, pero en este caso Mel Gibson tiene un poderoso salvoconducto: la película es una adaptación y está basada en un libro cuyo mito mucha gente comparte…
A mí siempre me ha gustado el gore, por lo cuál me he gozado el filme muchísimo. Me parece por demás simpático que sea el teniente Riggs quien nos regale esta amalgama sanguinolenta y despectiva. Los caminos del Señor son inescrutables, son simpáticos.
Por demás, no creo que el dolor de Jesucristo sea superior al de otros hombres, otros hombres han recibido a lo largo de la historia castigos de semejante envergadura, han sido torturados de igual o peor manera, también lo hicieron muriendo por la humanidad. Guatemala solamente ha dado tantos mártires… Pero claro: la historia de Cristo es arquetípica, y la conocen todos. En lo personal, la respeto, aunque no soy cristiano. La Pasión, de Mel Gibson, es una contribución enérgica a la biografía cinematográfica de Cristo, como lo es, aunque de carácter herético, La última tentación…
(Columna publicada el 17 de abril de 2004.)
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