Soundtracks

El domingo antepasado se entregaron los grammys. Ray Charles –muerto el año pasado– fue el inmenso protagonista de la noche. Se quiso hacer con ello un puente entre la industria de la música (los grammys) y la industria del cine (los oscars), resultando de ello un contubernio, alianza y aleación en dónde ambas partes salen muy favorecidas, siguiendo una misma y sola lógica, que es la lógica del mercado.

Este contubernio, alianza y aleación, no es la primera vez que ocurre. Ha ocurrido muchas veces, bajo muchas formas, pero sobre todo bajo una forma ya muy formada: el soundtrack, minotauro ya de la industria discográfica.

No sé cuando nació la estética del soundtrack (posiblemente muy vieja). Apenas sé de ciertos soundtracks que hicieron mucha bulla en mi infancia: Footloose, Flashdance, Top Gun (todos los nombres de estas películas se parecen un horror).

El primer soundtrack que yo percibí como algo más que un agregado, como algo más que un anexo al hecho fílmico, como una obra en sí misma, fue un disco (en realidad, un casete, todavía muy en boga entonces) que me regaló una mi novia de adolescencia: hablo de la banda sonora de la película Pump up the volume. Me da la impresión (no lo sé de cierto) que a partir de allí las cosas cambiaron en la historia del soundtrack, aunque el hecho no está muy reconocido.

Hoy el soundtrack es algo más que normal. Es un concepto tan cotidiano y metabolizado en nuestra existencia, que hasta se habla todo el tiempo del soundtrack de nuestra vida. Y en efecto, percibimos canciones como intervalos poéticos o landmarks de nuestro devenir. Y bien podemos reconstruir nuestra vida a base de canciones.

En los noventa, el boom de los soundtracks. Aquí algunos: Singles (que capturaba el espíritu de una época), Pulp Fiction, Traispotting, y Natural Born Killers (puesto en escena, si mi memoria no me traiciona, por Trent Reznor).

En Latinoamérica, el soundtrack de Amores Perros, producido por Gustavo Santoalalla, cumplió con todo lo que se puede esperar de una banda sonora.

Ciertos compositores han hecho maravillas componiendo para películas. Es el caso de Danny Elfman (Nightmare Before Christmas) o John Williams (Star Wars).


(Columna publicada el 1 de marzo de 2005.)

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Como periodista, trabaja actualmente para los diarios locales El Siglo XXI y El Periódico, en donde desde el 2002 escribe una columna semanal (Buscando a Syd), y donde también trabajó durante varios años en la sección cultural. Asimismo mantuvo columnas permanentes de opinión de cine y literatura en los diarios El Quetzalteco y La República, y ha colaborado en diversas revistas, fanzines y publicaciones del medio.
 
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