La última palabra


En cuestiones cinematográficas, la realidad tiene siempre la última palabra. Los filmes ofrecen bajísima calidad en comparación con la existencia, más cruenta, más viva, más tangible. Sale una película sobre una terroristas, y todos: ¡oh!, y todos: ¡ah!, pero después vienen unos terroristas de verdad, y te botan las torres gemelas, y ya ni siquiera interjecciones alcanzan a salirte de la boca. Solamente un gran silencio, el gran silencio de la muerte. En ese poema anti–Bush llamado Self evident, Ani di Franco coloca un verso acertadísimo, respecto al atentado terrorista: And then every dumb action movie was summarily surpassed…

Lo mismo con el Tsunami. Algunos, con demasiado tiempo libre, fueron a ver esa película llamada El día después de mañana, en dónde Nueva York es tragado por una ola asesina, si no estoy mal. Pero la tierra cuenta con mejores efectos especiales, y sale con una versión trasformada, mejorada y remixeada de El día después de mañana, y con un título todavía mejor: El día de hoy. Ciento cincuenta mil muertos, un verdadero fárrago de carne violácea.

Con lo cuál, los cabezones de Hollywood tendrán que quebrarse su delgada cabeza para competir con la realidad, pero sobre todo, para no herir la sensibilidad de la gente. Me parece que tendremos adelante unos tres o cuatro años libres, en dónde surgirán en cartelera películas de corte más sensible, más cristalizado, más valioso, por lo cuál guionistas y cineastas serios deberán aprovechar el espasmo.

Basta de jugar cinematográficamente con la condición y tragedia humanas. Esos juegos tienden a volverse, misteriosamente, realidad. No quiero parecer excesivamente enigmático, pero tiendo a creer que entre nuestras fantasías mórbidas y la realidad existe un nexo causal. Estamos literalmente inventando nuestros desastres; estamos magnetizando el mundo de determinada manera. Nuestra forma de vida actual es una invitación a la hecatombe, al más negro milagro, y terminaremos por suprimir la vida humana. La vida no es algo que ya está dado y se acabó. La vida es algo que nosotros, creadores en la creación, tenemos que saber inventar.


(Columna publicada el 11 de enero de 2005.)

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Como periodista, trabaja actualmente para los diarios locales El Siglo XXI y El Periódico, en donde desde el 2002 escribe una columna semanal (Buscando a Syd), y donde también trabajó durante varios años en la sección cultural. Asimismo mantuvo columnas permanentes de opinión de cine y literatura en los diarios El Quetzalteco y La República, y ha colaborado en diversas revistas, fanzines y publicaciones del medio.
 
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