Harry Potter

Dos grandes adaptaciones en lo que va del milenio: El Señor de los Anillos, y Harry Potter. Un claro vuelco a la fantasía y a la magia, que delata ciertas tendencias escapistas. Es normal, dado los acontecimientos (11–S y subsecuente caza de brujas). Ambas adaptaciones nos colocan en un esquema bien–mal, un esquema que siempre es reconfortante, por simple. Es la manera más fácil de no sortear las complejidades de un sistema. Digámoslo así: hay ciertas sutilezas intelectuales que nuestra pereza y falta de buena voluntad no están dispuestas a enfrentar.

Pero no todo es evasión y presupuestos babélicos. También se ha desprendido de estas adaptaciones algo muy positivo: la gente ha querido leer los libros. Generalmente, sucede lo contrario: las personas miran la película para poder prescindir de la obra escrita. En el caso de El Señor de los Anillos, se despertó en los espectadores un frenesí por los títulos de Tolkien, y por la literatura fantástica en general. En el caso de Harry Potter, los niños reclamaron a sus padres la colección entera de JK Rowling, volviéndola millonaria en el acto. Se trata de uno de los contubernios entre literatura y cine más prolíficos y mejor mercadeados de la historia. Solamente el primer tiraje en inglés de Harry Potter and The Order of The Phoenix –ojo: estamos hablando del primer tiraje solamente, y solamente en inglés– fue de 6.8 millones de copias. En Guatemala se considera que una buena edición es una edición de mil, dos mil libros. Hagan cuentas.

Harry Potter y el Prisionero de Azkabán es una película un tanto más larga que las otras. En una medida, fue un acierto haber contratado al mexicano Alfonso Cuarón para dirigirla; comprendió que Harry Potter estaba efectivamente creciendo, y que por lo tanto el tono general de la película tenía que evolucionar también. Un tono más oscuro, y un Harry un poco más retorcido, más adulto en suma. Cuarón ha dirigido otras películas como Great Expectations (1998), así como Y tu mamá también (2001).

Visto de otro lado, no creo que se pueda mantener el fervor y fanatismo por Harry Potter mucho tiempo. Todo lo que sube tiene que bajar.


(Columna publicada el 30 de agosto de 2004.)

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Como periodista, trabaja actualmente para los diarios locales El Siglo XXI y El Periódico, en donde desde el 2002 escribe una columna semanal (Buscando a Syd), y donde también trabajó durante varios años en la sección cultural. Asimismo mantuvo columnas permanentes de opinión de cine y literatura en los diarios El Quetzalteco y La República, y ha colaborado en diversas revistas, fanzines y publicaciones del medio.
 
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