Fellinidades (II)
Ya nunca publiqué la segunda parte de esta columna –hoy lo hago– en la cuál extirpo y desenvaino algunas frases de Fellini, encontradas en una entrevista hecha al maestro por Toni Maraini (traductor de la entrevista del italiano al inglés: A. K. Bierman, y del inglés al castellano, este servidor).
De vez en cuando, voy a permitirme sintetizar entrevistas hechas a directores famosos, para que los vayamos conociendo un tanto mejor. Dice el director del Satyricon:
“Le presto mi cuerpo, mi sentido común, o talento a algo que es una corriente, una corriente que me invita, me obliga, me fuerza a personificarme en tantas cosas, personas, pensamientos, actitudes.”
“Yo creo que para mí esto es la felicidad –perder la memoria propia, olvidar el ego, la parte que llamamos el yo, que en realidad es solamente una superestructura. Esta es la parte que olvidas con el fin de dejarte habitar por una energía que toma prestado tu cuerpo y tu sistema nervioso.”
“En cualquier caso, me considero particularmente afortunado por mi profesión. Que no es una profesión, pero solamente un rumbo, una ruta para el divertimiento, para la levedad. Te puede llevar a tener –en una forma libre, no esquemática, y no dogmática– intuiciones que otros han tenido con más sacrificios y en una manera más dramática.”
“Para mi generación, nacida en los veintes, el cine era esencialmente americano –una cinematografía apoyada por el más poderoso órgano de prensa que la historia del cine haya visto jamás. Hasta la fecha, la simpatía que se tiene hacia los americanos es debida a sus películas, películas que siempre nos han dicho –y en esos tiempos en Italia, esto era percibido de una manera más chocante que hoy en día– que hay otro país, otra dimensión en la vida, una dimensión más imaginativa que los sermones del domingo de los padres italianos acerca del paraíso.”
“Incluso la retórica militar americana era aceptable, porque los héroes eran Gary Cooper, Clark Gable. Eran tipos alegres que no tenían nada que ver con la obligatoria tristeza de nuestros soldados”.
“En las pequeñas ciudades en invierno, la sala de cine era como una pequeña galaxia, una planeta bajo un hechizo, una gran pasión que parece olvidada hoy en día”.
(Columna publicada el 26 de junio de 2004.)
De vez en cuando, voy a permitirme sintetizar entrevistas hechas a directores famosos, para que los vayamos conociendo un tanto mejor. Dice el director del Satyricon:
“Le presto mi cuerpo, mi sentido común, o talento a algo que es una corriente, una corriente que me invita, me obliga, me fuerza a personificarme en tantas cosas, personas, pensamientos, actitudes.”
“Yo creo que para mí esto es la felicidad –perder la memoria propia, olvidar el ego, la parte que llamamos el yo, que en realidad es solamente una superestructura. Esta es la parte que olvidas con el fin de dejarte habitar por una energía que toma prestado tu cuerpo y tu sistema nervioso.”
“En cualquier caso, me considero particularmente afortunado por mi profesión. Que no es una profesión, pero solamente un rumbo, una ruta para el divertimiento, para la levedad. Te puede llevar a tener –en una forma libre, no esquemática, y no dogmática– intuiciones que otros han tenido con más sacrificios y en una manera más dramática.”
“Para mi generación, nacida en los veintes, el cine era esencialmente americano –una cinematografía apoyada por el más poderoso órgano de prensa que la historia del cine haya visto jamás. Hasta la fecha, la simpatía que se tiene hacia los americanos es debida a sus películas, películas que siempre nos han dicho –y en esos tiempos en Italia, esto era percibido de una manera más chocante que hoy en día– que hay otro país, otra dimensión en la vida, una dimensión más imaginativa que los sermones del domingo de los padres italianos acerca del paraíso.”
“Incluso la retórica militar americana era aceptable, porque los héroes eran Gary Cooper, Clark Gable. Eran tipos alegres que no tenían nada que ver con la obligatoria tristeza de nuestros soldados”.
“En las pequeñas ciudades en invierno, la sala de cine era como una pequeña galaxia, una planeta bajo un hechizo, una gran pasión que parece olvidada hoy en día”.
(Columna publicada el 26 de junio de 2004.)
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