Cartelera

Es un problema tan viejo, que hasta da pena mencionarlo otra vez; da pena caer de nuevo en la repetición. Me refiero a la arbitrariedad con la cuál quitan y ponen películas en las salas de cine. En realidad, no es nada arbitrario el proceso; en realidad responde a la más clara ley: la ley del gentío y del dinero.

Hace falta reclamar, desde luego, más. Las empresas de distribución de películas en Guatemala no son solamente “empresas”, sino tienen en su haber una poderosa central eléctrica de adoctrinamiento cultural: el cine. Por lo tanto, no es lícito que reclamen el derecho a ser solamente “empresarios”. La película de Michael Moore, Bowling for Columbine, subsistió apenas una semana en cartelera, me parece. Dos, a lo sumo. Me parece que a Xela ni siquiera llegó. “Es que la gente no se interesa”, podría indicar el empresario. Pues hagan que se interese. Después de todo, es un documental interesante, de lo contrario no habría ganado la Palma de Oro en el Cannes, me parece. Analicemos por un momento el ruido, propaganda y espacio que le hacen a El día después de mañana. Y luego pongámonos la mano en la conciencia.

Lo cierto es que cada cine podría reservar una solamente de sus salas para proyectar películas menos taquilleras, pero más importantes (con una sala que habiliten nos damos por bien servidos). Y nosotros a la vez debemos elegir mejor nuestros alimentos audiovisuales, ponernos a dieta, y abandonar de una vez por todas esa idea macilenta y mediocre de que el cine es equivalente a ocio, cuando el cine es algo mucho más sagrado y pertinaz que eso. El cine no debería de servir para evadir, sino para encontrar. No tiene sentido alguno ir a drogarnos. La esencia del cine es el fogonazo, la claridad. Su función es despejar tinieblas. En la sala y en nosotros. La sala de cine es un templo, pero hoy un templo profanado, en donde se rinde culto a dioses profanos, torcidas figuras estatuarias, sin vida, sin amanecer, oscurísimas. Una catarata de imágenes que son vacíos. Estamos consumiendo celuloide como cocaína.


(Columna publicada el 19 de junio de 2004.)

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Como periodista, trabaja actualmente para los diarios locales El Siglo XXI y El Periódico, en donde desde el 2002 escribe una columna semanal (Buscando a Syd), y donde también trabajó durante varios años en la sección cultural. Asimismo mantuvo columnas permanentes de opinión de cine y literatura en los diarios El Quetzalteco y La República, y ha colaborado en diversas revistas, fanzines y publicaciones del medio.
 
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