Enfrente (II)

La maldita circunstancia del agua por todas partes: así lo dijo el cubano, y así lo dirá para siempre el escritor, porque hasta donde se, el escritor escribe insularmente, escribe para siempre en soledad. Para el cineasta, en cambio, el infierno es otro, el infierno son los otros, como lo dijo el menos cubano, pero igualmente complejo, Sartre. El problema del cineasta es la compañía.

Lo mejor es integrar un equipo más o menos cordial. Me parece que en el caso de La casa de enfrente se consiguió. Disquisiciones, desavenencias y malentendidos los hubo, yo supongo, pero nada que rebase la cuota o rebalse el vaso. Es la ventaja de trabajar en un país como lo es Guatemala, tercermundista es decir. El calorcito. En otros países, potentes y presupuestados, se las tienen que ver con el frío sindicato. Aquí el “behind the scenes” se puso más bien interesante, juerga indisputada y fiestas laterales al rodaje.

Elías (Jiménez, director) no perdió la cabeza, sin embargo. Había poco tiempo –seis semanas de rodaje– y una película por hacer. Un director no se puede dar el lujo de perder la cabeza. El director es un político, el más político de todos los artistas: un hombre que ablanda, decide y decreta. Lo conocía de antes, en circunstancias menos laborales, un traguito en mano, conversación. Es interesante ver a los amigos trabajar, porque uno pensaría que no trabajan. Pero sí, de hecho. Lo cierto es que ya conocía a varios de los que estuvieron involucrados en el filme, y los desconocidos rápidamente se anexaron a la lista. Un equipo multicolor, latinoamericano. Muchas meretrices. Cándidas, bellas y rebuenas meretrices.

Bajo este concepto de fraternidad, el cine vuelve a ser eso interesante y subido, y no la pavoneada industria que ya todos sabemos. Son estas producciones de bajo presupuesto las que ofrecen la experiencia gregaria más completa, la menos gravosa. Para un artista solitario como yo, es una experiencia desde cualquier ángulo distinta. Hice de mercenario, y ahora escribiendo otra vez en la isla, me ofrezco a la nostalgia de la sociedad y la civilización y lo cordial.


(Columna publicada el 15 de noviembre de 2003.)

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Como periodista, trabaja actualmente para los diarios locales El Siglo XXI y El Periódico, en donde desde el 2002 escribe una columna semanal (Buscando a Syd), y donde también trabajó durante varios años en la sección cultural. Asimismo mantuvo columnas permanentes de opinión de cine y literatura en los diarios El Quetzalteco y La República, y ha colaborado en diversas revistas, fanzines y publicaciones del medio.
 
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