Elephant, de Gus Van Sant (III)

Esa matanza que describe Elephant no es siquiera un statment. Aquí, los adolescentes no son críticos generacionales, simplemente son los portadores impersonales de una crisis.

De igual manera que hay materias que conducen mejor la electricidad, hay segmentos de la población que conducen mejor la angustia.

Es el caso de estos adolescentes.

Pero es una angustia au ralenti. Vamos a sugerir, junto a Gus Van Sant, que se trata de adolescentes que no parecen estar muy enojados (la imagen en el filme en donde uno de ellos –uno de los asesinos– toca la pieza de Beethoven sirve para subrayar esto que digo: está en calma, es sumamente sensible, no escucha a Marilyn Manson.)

No es la intención de la película indagar en la naturaleza de estos muchachos. La película simplemente los observa. ¿Es por ello un documental? No. Es mucho más objetiva que un documental –paradójicamente, por ser más artística. Lo chocante de la película es como esta frialdad ecuánime de la mirada cinematográfica captura las interioridades de estos jóvenes y enfermos fantasmas deambulando, para siempre subjetivos, en los corredores del instituto, que son como los corredores de un laberinto.

Columbine: acertijo, residencia emblemática y embrujada. Y Gus Van Sant, narrador excelso, cazafantasmas sin duda, nos cuenta uno de los episodios moralmente más enigmáticos de la historia de la humanidad sin apelar a truculencias sentimentaloides ni financiar la trama de su filme con dictámenes fáciles y previstas, periclitadas explicaciones. La neutralidad escandalosa de Gus Van Sant es un desafío positivamente más comprometido que cualquier consideración ética. De ésas ya tenemos muchas.


(Columna publicada el 21 de febrero de 2004.)

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Como periodista, trabaja actualmente para los diarios locales El Siglo XXI y El Periódico, en donde desde el 2002 escribe una columna semanal (Buscando a Syd), y donde también trabajó durante varios años en la sección cultural. Asimismo mantuvo columnas permanentes de opinión de cine y literatura en los diarios El Quetzalteco y La República, y ha colaborado en diversas revistas, fanzines y publicaciones del medio.
 
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