El nacimiento de la cultura

En Guatemala no existe una literatura actual. Existe un número determinado de autores individualmente empeñados en escribir libros, lo cuál es muy diferente. Pero, ¿en qué momento tal esfuerzo personal se transforma en algo más que un capricho creativo?

Alguno dirá: ello sucede cuando aparece el “lector”. Tal hipótesis es simple, es descabellada. Nos damos cuenta que en Guatemala el “lector” existe, bien o mal, pero existe. Sin embargo, no existe una cultura literaria. Por lo tanto, el llamado “lector” (individualmente empeñado en leer libros) no justifica una cultura literaria. Otra vez: ¿en qué momento la literatura cobra vida más allá de los propios escritores que la generan, más allá de los propios lectores que la reciben? ¿En qué momento la literatura trasciende su propia intimidad, y no depende más de meros individuos para erigirse?

Estamos viviendo un tiempo muy especial, en Guatemala. Estamos asistiendo al nacimiento de una cultura (literaria, cinematográfica). Por lo tanto, debemos poner atención. Si ponemos atención, acaso entenderemos cómo nace una cultura. Las sociedades civilizadas ya no cuentan con tan dichosa oportunidad: ya todo está dado.

Talvez antes hubo una cultura literaria, en Guatemala. Si la hubo (lo cuál a muchos no nos consta) desapareció completamente, y ya en los ochenta no era más que polvo muerto flotando sin dirección. En el caso del cine, podemos decir con certeza que nunca ha contado con su propia cultura local.

Ahora bien: ¿qué entendemos exactamente por cultura? Estamos hablando de un espacio mítico, de una conciencia fundacional situada entre el lector y el autor: estamos hablando de la Obra. “Madame Bovary”, “La Naranja Mecánica”.

En el llamado Primer Mundo, la Obra ha sido sustituida por un doble sospechoso y maligno: el entretenimiento. El entretenimiento es la muerte de la Obra. El entretenimiento lo devora y fagocita todo, inclusive lector y autor desaparecen (y aparecen el lector/estadística, el autor/fenómeno): vía peligrosa como ninguna.


(Columna publicada el 21 septiembre de 2004.)

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Como periodista, trabaja actualmente para los diarios locales El Siglo XXI y El Periódico, en donde desde el 2002 escribe una columna semanal (Buscando a Syd), y donde también trabajó durante varios años en la sección cultural. Asimismo mantuvo columnas permanentes de opinión de cine y literatura en los diarios El Quetzalteco y La República, y ha colaborado en diversas revistas, fanzines y publicaciones del medio.
 
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