Criterios posibles para duplicar
En realidad, con eso de la piratería es difícil mantener la ecuanimidad. Estaba yo la otra vez en un restaurante, y apareció un tipo con una gran valija, y en ella estaban todos los devedés quemados. Era un pirata.
Por lo general, estoy a favor de la piratería. Por ejemplo copiar música en ciertas condiciones me parece aceptable; o imágenes. Sobre todo cuando los canales de distribución son pobres, cuando es difícil conseguir el material, cuando no hay dinero. Pero, ¿cuándo son pobres los canales distribución, cuándo es difícil conseguir el material, cuando hay o no hay dinero? El único criterio que tengo a mi disposición es la propia honestidad.
En realidad, podría aplicar un criterio menos subjetivo. La piratería es factible cuando no estoy lucrando con ella. El tipo del restaurante era pobre, posiblemente, pero eso quizá no le da ningún derecho a venderme una película que esa semana estaba incluso en estreno en las salas de cine. A menos que su hijo se esté muriendo de hambre, replica alguien. Efectivamente: a menos que su hijo se esté muriendo de hambre. ¿Se estaba muriendo de hambre su hijo?
Si yo cito a Max Stirner de esta manera hace sentido: “La propiedad no puede ni debe cesar; lo que es preciso es arrebatarla de manos fantásticas para convertirla en propiedad mía; entonces desaparecerá la creencia errónea de que yo no tengo derecho a cuanto necesito. Pero el hombre no puede necesitarlo todo”.
En efecto: ¿qué es lo que yo necesito?
Un tercer criterio, el más bonito, es el siguiente: es permitido copiar/quemar cuando tal acción aumente sensiblemente el conocimiento propio o general. Cuando sea imprescindible para nuestra sobrevivencia intelectual/espiritual.
Cuarto criterio: apropiarse radicalmente de las cosas: el crimen es apropiarse de las cosas medianamente, de manera mediocre. Se lamenta Stirner: “No son mías las cosas por mí, sino por… el Derecho”.
Empecé hablando de un pirata en el restaurante y terminé citando a Stirner. Por lo que se deduce que estamos ante un tópico candente y caliente.
(Columna publicada el 6 de diciembre de 2003.)
Por lo general, estoy a favor de la piratería. Por ejemplo copiar música en ciertas condiciones me parece aceptable; o imágenes. Sobre todo cuando los canales de distribución son pobres, cuando es difícil conseguir el material, cuando no hay dinero. Pero, ¿cuándo son pobres los canales distribución, cuándo es difícil conseguir el material, cuando hay o no hay dinero? El único criterio que tengo a mi disposición es la propia honestidad.
En realidad, podría aplicar un criterio menos subjetivo. La piratería es factible cuando no estoy lucrando con ella. El tipo del restaurante era pobre, posiblemente, pero eso quizá no le da ningún derecho a venderme una película que esa semana estaba incluso en estreno en las salas de cine. A menos que su hijo se esté muriendo de hambre, replica alguien. Efectivamente: a menos que su hijo se esté muriendo de hambre. ¿Se estaba muriendo de hambre su hijo?
Si yo cito a Max Stirner de esta manera hace sentido: “La propiedad no puede ni debe cesar; lo que es preciso es arrebatarla de manos fantásticas para convertirla en propiedad mía; entonces desaparecerá la creencia errónea de que yo no tengo derecho a cuanto necesito. Pero el hombre no puede necesitarlo todo”.
En efecto: ¿qué es lo que yo necesito?
Un tercer criterio, el más bonito, es el siguiente: es permitido copiar/quemar cuando tal acción aumente sensiblemente el conocimiento propio o general. Cuando sea imprescindible para nuestra sobrevivencia intelectual/espiritual.
Cuarto criterio: apropiarse radicalmente de las cosas: el crimen es apropiarse de las cosas medianamente, de manera mediocre. Se lamenta Stirner: “No son mías las cosas por mí, sino por… el Derecho”.
Empecé hablando de un pirata en el restaurante y terminé citando a Stirner. Por lo que se deduce que estamos ante un tópico candente y caliente.
(Columna publicada el 6 de diciembre de 2003.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario