Troya

Alguien tuvo los cojones de llevar a la pantalla algo de esa nube densa de palabras, La Iliada. Desde hace un par de semanas aquellos (algunos, bueno) que todavía no habíamos visto el filme estábamos con la inquietud de pagar nuestra entrada y ver de qué iba el asunto. El trailer prometía mucha producción, muchos hombres vestidos de troyanos y muchos bravos griegos en general.

Pagué, pues, mi entrada, y comenzó la película, y al principio no me convenció mucho que digamos (ya está, el desencanto había entrado en mí, y yo insultando a todos los coprófagos de Hollywood) pero conforme fue avanzando la historia fui abriendo los ojos, y hasta me emocioné un poquito. Como adaptación, si por adaptación entendemos una traducción minuciosa, programática, burocrática, no sirve. Esta película se da incluso el lujo de mentir. Está en boca de todos: el personaje de Helena es bochornoso, y no tiene nada que ver con el de Homero. Es un ejemplo y hay otros. Pero yo al ver la película traté al fin de no hacerlo con ningún prejuicio de ese tipo, y me funcionó.

La producción, sí, es intensa, pero no hay desbordamientos ni saturaciones. Troya cuenta incluso con momentos muy clásicos y no cae en la gula obvia de la tecnología ni en la exageración Matrix.

Brad Pitt hace de Aquiles. Brad Pitt es lo suficientemente bello como para representar a Aquiles, “el de los pies ligeros”, y encarnar en su personaje esos valores nada cristianos: la temeridad y la gloria. Esta película es un homenaje al espíritu humano, que reconoce la belleza del coraje, aún cuando el coraje es aplastado por el destino. Esa belleza, nadie ha sabido entenderla mejor que los griegos.

Hojeando un libro, me entero que Rolando, en Roncesvalles, grita al momento de ser derribado por las hondas sarracenas: “¡Maldito sea el cobarde que inventó armas capaces de matar a distancia!”. En esta época de guerras a distancia y ultratécnicas, de guerras cobardes, una película como ésta es más valiosa de lo que pensamos, porque nos muestra de nuevo lo que en verdad significa el combate cuerpo a cuerpo, la guerra existencializada en el filo de una espada. No es cierto que hoy seamos menos bárbaros. Simplemente somos menos hombres.


(Columna publicada el 12 de junio de 2004.)

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Como periodista, trabaja actualmente para los diarios locales El Siglo XXI y El Periódico, en donde desde el 2002 escribe una columna semanal (Buscando a Syd), y donde también trabajó durante varios años en la sección cultural. Asimismo mantuvo columnas permanentes de opinión de cine y literatura en los diarios El Quetzalteco y La República, y ha colaborado en diversas revistas, fanzines y publicaciones del medio.
 
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