Carandiru
Sí, mi hermano, pero esta es la vida real. La calle es dura, más vale ponerse duro uno también, ¿me entendés? El mal recluta, te presiona, te dice: quién no está conmigo, está contra mí. Lo más que puede pasarte es terminar en la cárcel, digamos en una cárcel sobrepoblada llamada Carandiru, repleta de 7,500 brasileños malencarados, verbales y peligrosos. Cuando estés dentro, respetá el Código, la Moral de la Celda, los Territorios, los Pactos de este Durísimo Universo con sus Propias Leyes. Eso, y cuidáte del SIDA, que está en todos lados. Por demás, tratá de no meterte con los cabezones. Si Carandiru no explota, es porque ellos no quieren, dijo alguien: dijo bien. Lo mejor es hacerse amigo con el médico, buen tipo, sabe que Carandiru es un nido de crasitud insalubre, con sus humores sangrientos, es el alma misma del Brasil pudriéndose sin pudores, apocalípticamente. Al fin de cuentas, la cárcel es adentro, pero la cárcel es afuera. Afuera y adentro son intercambiables. ¿Qué diferencia hay entre cualquiera de las celdas de Carandiru y los corredores amargos de la favela dolorosa? Toda cárcel representa el borde infecto de la sociedad que representa: su periferia maldita, el final de la historia, el lugar sin tiempo. En Carandiru, la muerte es ángel habitual, y ángel habitual es la droga. Vas a escuchar muchas historias. Cada reo es una historia: una historia bella y cruel, de humor y de odio. Esto es Brasil al 120%: como es. Buscá protección, o te va a doler. Si estás solo, te pisan. Y sobre todo pedí permiso. No matés a nadie sin pedir permiso. Este continente está manufacturando sicarios como moscas. No parecen peligrosos. Hasta se ríen de sí mismos. Es la única manera de postergar lo que ya en ellos está muerto. Ojalá vivás para contarlo. Ojalá que ninguno de los policías te meta siete plomazos ardientes. Ojalá que no formés parte de la danza de los muertos. El gobierno te quiere borrar, eso es seguro. La ley es sólo una ventana manchada que separa a los asesinos de los asesinos.
Carandiru, de Héctor Babenco. Año: 2003. Duración: 146 min. Nacionalidad: Brasil, Argentina. Género: Drama.
(Columna publicada el 1 de febrero de 2004.)
Carandiru, de Héctor Babenco. Año: 2003. Duración: 146 min. Nacionalidad: Brasil, Argentina. Género: Drama.
(Columna publicada el 1 de febrero de 2004.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario