21 gramos


Asumí, por el título, que se trataría de una (otra) película supereditada sobre drogas y coincidencias, humor violento y ocurrencias sundance, como tantas hoy ahora. Pero me topé con, nada menos, la mejor película del 2004. Dirán ustedes: pero si el 2004 apenas empieza; y tienen razón. Pero es que esta película lo tiene todo.

Alejandro González Iñarritu ha orquestado una obra que vence sin culpa y humilla a su anterior filme Amores perros, y lo hace quedar como un filme solamente bien hecho. González Iñarritu ha ascendido a la categoría de artista. Una mezcla de virtuosidad formal, condición humana y trascendental actuación. Esta película lo tiene todo.

Veamos.

Virtuosidad formal. La forma es muchas cosas, y cada una de estas cosas merece comentario pero por razones de espacio nos limitaremos a tratar el asunto del tiempo. De unos años hacia acá dislocar el tiempo se ha vuelto una suerte de imperativo categórico (Pulp Fiction es un landmark irrenunciable; Memento un experimento feliz). Sucede que muchas de estas películas que juegan con el tiempo no lo hacen sino para formalizar un decorado plástico más o menos fresco, pero pocas conducen a la apropiación real de una incógnita.

Condición humana. Digamos que 21 gramos revela y enigmatiza a la vez en nosotros la conciencia de un destino, y quien dice destino dice narrativa, y quien dice narrativa dice muerte, el tema que corona esta película. 21 gramos consigue decirnos algo de la muerte del otro y la propia y los innumerables matices que se despliegan pendularmente entre ésta y aquella. Al respecto, el monólogo final de Sean Penn es sobrecogedor. Lo cual nos lleva a lo siguiente:

Trascendental actuación. La sola colaboración de Sean Penn y Benicio del Toro es… emocionante, es como escuchar las trompetas antes de la batalla. Pero si a eso añadimos el papel de Naomi Watts, que hace de una viuda adicta, deprimida, histérica, entonces resulta de ello una tríada tan perfecta como Aquélla. González Iñarritu no es un advenedizo ni un tipo con suerte: 21 gramos tiene todos los visos de un clásico.


(Columna publicada el 24 de enero de 2004.)

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Como periodista, trabaja actualmente para los diarios locales El Siglo XXI y El Periódico, en donde desde el 2002 escribe una columna semanal (Buscando a Syd), y donde también trabajó durante varios años en la sección cultural. Asimismo mantuvo columnas permanentes de opinión de cine y literatura en los diarios El Quetzalteco y La República, y ha colaborado en diversas revistas, fanzines y publicaciones del medio.
 
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