Locos de ira
Anger Management (Locos de Ira), del director Peter Segal, busca corear la fórmula que funcionó con Meet the Parents, esto es: el actor ultrafamoso, respetado, a todas luces respetable, al lado del jocoso imbécil que ameniza y bufoniza las comedias mejor aprovechadas por el box office. Esta vez, en lugar de Robert De Niro y Ben Stiller, tenemos a Jack Nicholson y Adam Sandler. Nicholson hace de un terapeuta muy sui generis cuyo fin es controlar la ira de sus desaforados pacientes. Sandler, so pena de ir a prisión, debe seguir un tratamiento.
La diferencia entre Ben Stiller y Adam Sandler es clara: Stiller no necesita gritar para hacer que ría el espectador. Viejo método en cambio para Sandler, desde los días de Saturday Night Live, eso de vociferar lo hace en cada ocasión y sin falta. Se dieron cuenta los productores de Locos de ira que se trataba de un rasgo que había que aprovechar directamente en la trama, y así lo hicieron: pusieron al gritón en un papel de gritón. De Nicholson no hay nada que decir, salvo que hizo como siempre su trabajo, bien es decir. Ambos quizá pudieron lograr momentos más increíbles y memorables, así cuando juntos cantan esa canción de West Side Store –I feel pretty. Por el momento no se evidencia.
Locos de ira cuenta con un cast interesante, aparte de los principales. John Turturro, por ejemplo (otro respetado y respetable, favorito de Spike Lee y los hermanos Cohen), hace de iracundo paciente del doctor Buddy Rydell (Nicholson). La ganadora del oscar Marisa Tomei es la novia encantadora. También aparece en su momento Woody Harrelson, como un travestido con tendencias alemanas, Heather Graham actuando como bulímica, John C. Reilly como un bully budista, el desagradable-no-deberían-bajo-ninguna-circunstancia-haberlo-puesto ex-alcalde Giuliani, así como el latino de Manhattan y aquí maricón Luis Guzmán.
Con esta película se empieza uno riendo a mares y termina muy enojado. Las bromas nunca alcanzan la soberbia futilidad de otros filmes del género como What about Mary (por cierto con Ben Stiller). ¿Puede pagarse la terapia?
(11 de julio de 2003)
La diferencia entre Ben Stiller y Adam Sandler es clara: Stiller no necesita gritar para hacer que ría el espectador. Viejo método en cambio para Sandler, desde los días de Saturday Night Live, eso de vociferar lo hace en cada ocasión y sin falta. Se dieron cuenta los productores de Locos de ira que se trataba de un rasgo que había que aprovechar directamente en la trama, y así lo hicieron: pusieron al gritón en un papel de gritón. De Nicholson no hay nada que decir, salvo que hizo como siempre su trabajo, bien es decir. Ambos quizá pudieron lograr momentos más increíbles y memorables, así cuando juntos cantan esa canción de West Side Store –I feel pretty. Por el momento no se evidencia.
Locos de ira cuenta con un cast interesante, aparte de los principales. John Turturro, por ejemplo (otro respetado y respetable, favorito de Spike Lee y los hermanos Cohen), hace de iracundo paciente del doctor Buddy Rydell (Nicholson). La ganadora del oscar Marisa Tomei es la novia encantadora. También aparece en su momento Woody Harrelson, como un travestido con tendencias alemanas, Heather Graham actuando como bulímica, John C. Reilly como un bully budista, el desagradable-no-deberían-bajo-ninguna-circunstancia-haberlo-puesto ex-alcalde Giuliani, así como el latino de Manhattan y aquí maricón Luis Guzmán.
Con esta película se empieza uno riendo a mares y termina muy enojado. Las bromas nunca alcanzan la soberbia futilidad de otros filmes del género como What about Mary (por cierto con Ben Stiller). ¿Puede pagarse la terapia?
(11 de julio de 2003)
No hay comentarios:
Publicar un comentario