Ironía y cine

En los últimos tiempos, hemos visto cómo ciertas películas no sólo pretendidamente inteligentes sino además inteligentes se han colocado saludablemente en las carteleras, o por lo menos ocupan un espacio interesante en los anaqueles de los videoclubes. Son películas con guiones complicados, pero no es esa complicación que nace de la ignorancia y el enredo, sino esa complicación que nace de la claridad y el talento. Son filmes que privilegian el guión, y le dan una importancia gratificante al escritor, que así puede hacer piruetas con la narrativa del filme (de toda esa movida mitad heroica mitad tomadura de pelo del cine independiente los que salieron mejor privilegiados fueron los guionistas, talvez). Es el caso del guionista Charlie Kaufman, quién tiene en su haber guiones tan fascinantes como lo son Eternal Sunshine of the Spotless Mind (de lejos la película más interesante que hemos visto últimamente), también Adaptation y Being John Malkovich (ambas cintas muy audaces). I Heart Huckabees (2004) se alinea con el espíritu de estas tres películas, aunque no está escrita por Charlie Kaufman, sino por su director David O. Russell, y Jeff Baena.

El denominador común de todas estas cintas en su conjunto es la ironía, único engrudo capaz de hacer que los guiones más formalmente complejos (desmantelando la narrativa oficial, y por lo tanto la Visión Oficial de las Cosas) queden bien cohesionados. Y es que la ironía es un arma poderosa para derribar muros y hacer saltar en pedazos los sucesivos cinturones de castidad y laberintos que hemos diseñado –las capas de cultura– pero aún dentro de toda esta destrucción preserva un sentido articulador. La ironía es el último orden antes del caos. Es en esa antesala llamada ironía en dónde uno puede empezar a preguntarse cosas realmente interesantes. Porque lo importante no es solamente burlarse, sino a la vez burlarse y preguntar.


(Columna publicada el 29 marzo de 2005.)

1 comentario:

Omar Alcántara Islas dijo...

Hola, escribo actualmente mi tesis de doctorado sobre ironía y cine (las adaptaciones sobre las novelas de Franz Kafka), y me ha parecido, al leerte, que captas muy bien lo específico de la ironía en cuanto a su capacidad destructiva-constructiva; así que, con tu permiso, voy a citarte. Saludos desde la Ciudad de México.

Como periodista, trabaja actualmente para los diarios locales El Siglo XXI y El Periódico, en donde desde el 2002 escribe una columna semanal (Buscando a Syd), y donde también trabajó durante varios años en la sección cultural. Asimismo mantuvo columnas permanentes de opinión de cine y literatura en los diarios El Quetzalteco y La República, y ha colaborado en diversas revistas, fanzines y publicaciones del medio.
 
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